En Clínica Montaño Herrera atendemos con frecuencia a niños y niñas que disfrutan del deporte infantil y que, de pronto, comienzan a quejarse de un dolor de talón que les impide correr o saltar como antes. En muchos de esos casos hablamos de la enfermedad de Sever, una dolencia muy común durante el crecimiento y que, aunque puede asustar, tiene solución si se trata de forma adecuada. 

Vamos a explicarte de manera sencilla qué es, por qué aparece y cómo podemos ayudar a que los pequeños vuelvan a moverse sin dolor.

La enfermedad de Sever, también conocida como apofisitis calcánea, es una inflamación en la zona de crecimiento del hueso del talón, justo donde se inserta el tendón de Aquiles. No es una fractura ni una lesión grave, sino una sobrecarga temporal de esa área en desarrollo. Es una de las causas más frecuentes de dolor de talón en niños, especialmente en quienes practican deporte de forma regular.

Podríamos explicarlo así: mientras el talón crece, hay una zona de cartílago (la apófisis) que todavía no se ha endurecido del todo. Si el crecimiento óseo avanza más rápido que la elasticidad del tendón, se produce una tracción constante que inflama esa zona. Es como si el tendón “tirara” del hueso más de lo que este puede soportar.

Aparece sobre todo entre los 8 y los 13 años, en plena fase de desarrollo. La vemos con frecuencia en niños que practican deportes con saltos e impactos repetidos, como el fútbol, atletismo, baloncesto o gimnasia. El dolor suele comenzar en un talón, aunque a veces afecta a ambos.

Durante el crecimiento, los huesos, músculos y tendones no evolucionan al mismo ritmo. En etapas de crecimiento óseo acelerado, esa descoordinación genera sobrecarga del talón, sobre todo si el niño entrena mucho o utiliza calzado poco adecuado.

El tendón de Aquiles conecta los músculos de la pantorrilla con el talón. En la infancia, este tendón puede estar más tenso que de costumbre y, con cada salto o zancada, tira de la zona donde se une al hueso. Esa tracción repetida irrita la apófisis y provoca dolor.

El exceso de entrenamiento, las superficies duras (como el cemento o el césped artificial), un calzado deportivo con poca amortiguación o un mal apoyo del pie (ya sea cavo o plano) aumentan el riesgo. También influye no calentar bien o no realizar estiramientos gemelo-sóleo después de los entrenos.

Los niños suelen quejarse de dolor en la parte posterior del talón, sobre todo al terminar de entrenar. A veces, cojean o evitan apoyar bien el pie.

El síntoma más claro es el dolor de talón en niños cuando corren, saltan o caminan mucho. En reposo, el dolor suele mejorar, pero vuelve al retomar la actividad.

Por la mañana o después de estar sentado un rato, el talón puede sentirse rígido. Al presionar los lados del talón, se nota una molestia característica. Si ocurre esto, conviene acudir al podólogo para un diagnóstico podológico preciso.

El diagnóstico podológico se basa en la historia clínica y en la exploración física. En la mayoría de los casos no son necesarias pruebas complicadas.

Preguntamos por el tipo de deporte, el volumen de entrenamientos y el tipo de calzado. Observamos la pisada, la tensión del tendón de Aquiles y la estructura del pie para descartar otras causas de dolor.

Solo se recomienda radiografía o ecografía si el dolor es muy intenso, no mejora con el tratamiento o existen dudas sobre otras lesiones. Normalmente, el examen clínico es suficiente.

El objetivo es aliviar el dolor, reducir la inflamación y permitir que el niño siga activo sin agravar el problema.

No se trata de inmovilizar al niño o niña, sino de aplicar reposo relativo: reducir el número de entrenamientos o sustituir el impacto por actividades más suaves, como natación o bicicleta.

El hielo es un gran aliado. Aplicarlo 10-15 minutos tras la actividad ayuda a reducir la inflamación. Los antiinflamatorios solo deben tomarse bajo indicación médica.

Los estiramientos gemelo-sóleo diarios ayudan a descargar la tensión del tendón. Son ejercicios sencillos que enseñamos en consulta para que los peques los hagan en casa sin riesgo.

Un calzado deportivo con buena amortiguación y sujeción del talón es fundamental. En algunos casos, recomendamos plantillas y taloneras personalizadas para disminuir la presión sobre la zona dolorida.

La fisioterapia infantil complementa el tratamiento, mejorando la elasticidad muscular y la recuperación. También orientamos a las familias sobre cómo adaptar la actividad física y prevenir recaídas.

El regreso al entrenamiento debe ser progresivo y guiado por el profesional.

El niño puede volver al deporte cuando camina, salta y corre sin dolor. La vuelta se hace de forma gradual: primero ejercicios suaves, luego carrera ligera y finalmente entrenamiento completo.

Para la prevención de lesiones, insistimos en cuatro claves: calentar siempre, estirar después, controlar el volumen de entrenamientos y revisar periódicamente el calzado deportivo. Estos hábitos marcan la diferencia.

Sí, la enfermedad de Sever suele resolverse con el tiempo, pero eso no significa que debamos ignorarla. Un tratamiento adecuado evita que el dolor se prolongue durante meses.

No. Las plantillas y taloneras se utilizan mientras dura el crecimiento o la sobrecarga. Se revisan periódicamente y se retiran cuando dejan de ser necesarias.

No es grave ni deja secuelas si se trata correctamente. Una atención temprana permite que el niño vuelva a su actividad normal sin problemas.

Dolor que dura más de 1–2 semanas, cojeras o limitación para entrenar. Si el dolor persiste más de unos días o el niño empieza a cojear, es importante consultar al podólogo. Ignorarlo solo retrasa la recuperación.

En Clínica Montaño Herrera insistimos en que una valoración temprana marca la diferencia. Detectar la causa del dolor, ajustar el calzado y enseñar buenos hábitos de estiramiento permiten disfrutar del deporte con seguridad y sin dolor.